Linda acaba de recibir un beso, era aniversario de la empresa y su jefe le pidió bailar, como iba a
negarse, además lo admiraba y respetaba tanto, esa demostración de afecto la
dejó muy confundida, ¿Le gusto? parecía una pregunta muy obvia.
Un hombre veinte años mayor, con una hermosa familia, al menos eso parecía en
la fotografía que tenía sobre su escritorio, la veía cada mañana cuando revisaba su
agenda personal para recordarle las reuniones más importantes del día, en
el fondo hubiera deseado estar en aquella imagen que felices se veían todos.
Había pasado dos semanas de aquel
incidente, estaba Linda en su oficina con la misma rutina que la agobiaba en
meses, se repite “OLVÍDALO, eso es imposible”, mientras prepara un informe para el Gerente General, un hombre muy
prepotente y que le gusta hablar en doble sentido. Debe terminar
aquel informe pero no podía concentrarse, no podía retirar de su mente aquel beso.
Entonces recuerda que debe
pagar la renta, es casi fin de mes y las deudas no esperan. Se coloca sus lentes
gastados y continúa con sus labores, él llega y la concentración que había
logrado se pierde al responder a su pregunta: “Si, Ingeniero todo está bien”.
Él con la serenidad y galantería que lo caracteriza, le dice que hoy está más
linda que su nombre, ensayando esa mueca y logrando esa media sonrisa que la
desarma.
Su experiencia, su aroma
varonil, sus ganas de poseerlo todo y ver como lo consigue con unas frases bien
estructuradas y su cálida sonrisa, todo de él le atrae y no puede evitarlo,
pero debe seguir con el dichoso informe y dan las cinco de la tarde, Linda lo
revisa, está listo, presiona enviar y el informe va a dar al correo electrónico del Gerente General, es
tarde y se despide de su jefe mientras lo contempla una vez más.
Al día siguiente Linda llega
quince minutos tarde al trabajo, la congestión vehicular está cada día peor en
Lima, y eso que se traslada en taxis colectivos, entra a su oficina y suena
el teléfono, era Melissa la asistente del Ing. Ramos, el Gerente General ”Ven
enseguida te está esperando mi jefe” y el sonido estrepitoso del aparato al
colgar la llamada fue lo último que escuchó.
Muy presurosa toma el ascensor:
“al octavo por favor” le dice al personal encargado, mientras un sudor frío le
recorre el cuerpo, unos polvos compactos en el rostro pueden disimular su
nerviosismo. La anuncian y le indican que pase quince
minutos después, “Linda, esto es inaceptable” es la frase que escucha al
ingresar, esa voz grave y el tono que utiliza en esta ocasión le indican que
sería el día F (fatal), “el informe del Proyecto Shamrock parece elaborado por
un practicante, no estoy conforme con tu desempeño y los tres últimos informes
que has presentado han sido tan pobres, pensé que necesitabas más tiempo para adaptarte al nuevo empleo,
pero no es posible que después de seis meses en esta empresa sigas así, ve a
administración por tu liquidación, eso es todo puedes retirarte”.
“No es todo Ingeniero” armándose de valor respondió Linda, “si no
estaba conforme con mi desempeño hubiese preferido que me lo diga, pero agradezco la oportunidad que me brindaron todo este tiempo, adiós”. Con una
tristeza que no podía disimular caminó hacia la puerta, la abrió y un suspiro
se le escapó mientras se retiraba. Ingresó al ascensor y ya tenía los ojos
rojos, cuando este se detuvo y al abrirse la puerta lo vio, era él que volvía a
su oficina. Linda no pudo contenerse y lo abrazó, él sin dudarlo respondió al
abrazo tiernamente, ella levantó el rostro y él la acarició diciendo: “Todo estará bien,
yo se lo pedí”, de pronto la puerta del ascensor se abrió, estaban en el
piso dos.
Linda se alejó raudamente, apenas escuchó: “Espera
Linda”. Ella no se detuvo hasta llegar a su oficina, casi sin aliento tuvo que
sentarse, no pudo evitar que cientos de preguntas pasaran por su mente en cuestión de segundos y la imagen recibiendo aquel beso hacia de fondo, mientras se
repetía: “No puede ser”.
Él la siguió y al tenerla al
frente le pidió que se tranquilice, repitió: “ahora todo estará bien, debes recoger tus cosas, puedes venir por tu liquidación mañana". La tomó de
ambos brazos hasta ponerla de pie, ella lo miró fijamente, él le dio un beso muy suave, luego le dijo:
“Descansa, te llamo en la noche para salir” y se fue.
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