13 ene 2013

Murio una flor


El Dios de mis padres está
llorando en un rincón de mi casa,
junto a una maceta donde yace
la flor de mi inocencia.

Se ha quedado absorto al ver
mi danza eufórica a un Silfo,
 mientras que mi vergüenza consternada
le increpa por esta imprudencia:

¡Dónde estabas cuando esos hombres
malos asesinaban su risa!
¡Qué hacías mientras cada centímetro
de su cuerpo se vendía en un mercado!

El Dios de mis padres sigue llorando
en un rincón de mi casa,
de pie ante un verdad que
le dio asco mirar.





No hay comentarios:

Publicar un comentario